viernes, 25 de febrero de 2011
Después de un partido con clima bien caliente, Darío Rodríguez fue a buscar a Parra al vestuario y le dio una piña que desató una hecatombe.
"Ponete los championes (las zapatillas) y vení a hacer un mano a mano con (Darío) Rodríguez”. La frase es de un colaborador de Peñarol. El destinatario, Parra. El lugar, la puerta del vestuario de Independiente ¿El desenlace? Una piña del charrúa a la cara del delantero y una hecatombe que hasta involucró a la Policía. Sí, el clima de clásico no sólo se vivió en los foros en la previa, en las calles porteñas durante el día y en la cancha durante el partido, sino que se trasladó al vestuario y sus alrededores tras el partido.
Todo comenzó cuando en el primer tiempo Parra no llegó a una pelota cruzada y agarró a Rodríguez, quien se calentó con el delantero. Luego, durante todo el partido se insultaron y, cuando finalizó el encuentro, el autor del primer gol fue a saludar al uruguayo, quien respondió al saludo con una trompada en el estómago. Así, cuando llegaron a la puerta del vestuario, un colaborador de Peñarol le dijo esa famosa frase al punta y lo agarró del brazo. En ese momento, Rodríguez le volvió a pegar un manotazo a Parra y desató la furia de todos: los jugadores de Independiente se les fueron al humo a los charrúas y la Policía quiso separar pero repartió golpes con sus escudos por doquier, lo que provocó el enojo de Mohamed, quien se quejó de la falta de seguridad en el lugar y de la mala forma de actuar de los oficiales en ese momento. “Cuando el partido termina, las cosas se acaban ahí. Ya en la cancha me pegó una piña en el estómago cuando lo fui a saludar. Eso es verdad y yo no me voy a dejar pegar por nadie, me voy a defender. Creo que él se desubica. Me parece que estas cosas no tienen que pasar”, se descargó Parra tras el hecho.
Claro, era previsible: el clima de clásico arrancó muy temprano y no paró durante todo el partido. Cantitos belicosos de un lado y del otro, pasadas de factura sobre historias coperas, recuento de títulos y demás provocaciones futboleras (y no tanto) se escucharon durante el partido. Y terminaron de la peor manera en el vestuario.
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