jueves, 7 de abril de 2011
El adiós anticipado en la Libertadores se convierte en un alivio para Mohamed:
Tendrá tiempo para buscar su 11 ideal y hacer un colchón de puntos en el Clausura.
los cultores del paladar negro despidieron a Independiente con un cerrado aplauso, en un gesto más cercano a su rica historia: el Rojo podría perder o empatar pero se llevaba de la cancha el reconocimiento de los hinchas. Premio al esfuerzo. La falta de puntería no logró romper con el 1-1 ante Liga y ahora obliga a este equipo a la hazaña de meter ocho goles a Peñarol en Montevideo -y esperar un empate de los ecuatorianos y Godoy Cruz en Quito- para aspirar a clasificar a los octavos de un torneo que lo tiene como Rey. Por eso, se saluda la sinceridad de Mohamed cuando dice: “La Copa ya es historia, fue muy lindo participar. Ahora queremos terminar arriba en el Clausura, es la única que nos queda...”, cambió el chip el técnico, con el compromiso local ante el Tomba a la vuelta de la esquina, y sin tiempo para lamentos.
Desde los resultados, el anticipado adiós copero se empezó a gestar en la derrota 3-1 ante los mendocinos, como local. Y pareciera que termina siendo un alivio para el Turco y compañía. Con 16 partidos en el semestre (el doble que los equipos que juegan sólo el torneo), al Rojo se le achicó el calendario y los tiempos de preparación y de descanso. “El equipo no juega como yo quiero. Tácticamente no puedo trabajar”, diagnosticó más de una vez el entrenador. Es cierto, sobre diez semanas de competencia, sólo en tres tuvo un descanso mayor a las 72 horas. ¿Pero no sabían que sería así cuando apostaron a clasificarse? ¿Y cómo hacía Mohamed cuando ganó la Sudamericana? Tenía una base que jugaba la Copa y en el Apertura mechaba suplentes con juveniles. En el 2011 eso no pasó. El Turco no encontró un 11 ideal. Por lesiones -con las de Silvera, Pato Rodríguez y Gabbarini, que volvió golpeado de la Selección, totalizan 27- o rendimientos, el DT llegó hacer hasta ocho cambios entre un partido y otro. La falta de resultados locales complicaron la situación del Rojo con el promedio, en varios puestos dejó de haber titulares y suplentes, y el Clausura empezó a tener prioridad sobre la Libertadores.
Ahora, estas disyuntivas no existen más. Y el desafío es multiplicar las muestras de juego y actitud que hubo ante Liga. Por más aplausos.
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